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FUTURO TAURINO


A María y Vera, dos niñas en proyecto de aficionadas:



María, Vera, su mamá Toñi y yo (archivo personal)



Ahora que el mundo anda revuelto, que el ser humano, en ocasiones, deja de serlo, es en estos días cuando más os recuerdo. Quizás, porque a través de vosotras, trato de buscar en mí ese halo de esperanza que me lleve a pensar que, en el fondo, somos seres buenos, sin haber descubierto la maldad y tenemos corazón. No quiero dejar de creer en que existe la ternura, la empatía, el hacer el bien, la sensibilidad y el amor. Me niego a caer en la frustración y ese pensamiento derrotista, en vosotras descubrí que las flores son capaces de nacer entre tanta miseria y tanto odio.


Es en estos días, cuando más os recuerdo. Las dos sentadas justo a mis espaldas, impacientes esperando el sonido del clarín que diera comienzo a una nueva tarde de toros. No os conocía de nada pero sentía como si más días hubieseis estado a mi vera. Por las apariencias, podría asegurar que apenas hacía días que habrías tomado la primera comunión. Erais unas niñas corriendo por alcanzar la adolescencia. Hoy, alzo mi voz para contar orgullosa que, durante toda la pasada Feria Taurina de Hogueras, fuisteis mis compañeras de tendido, de faenas, de meriendas, de risas y de, porque no decirlo, de gritos por el miedo y de alguna que otra lágrima. Es en estos días, María y Vera, mis pequeñas, cuando más os recuerdo.


Recuerdo como de la mano de vuestra maravillosa mamá veníais a cada corrida, con unos sombreros rojos cordobeses y unas gigantes sonrisas. Intactas cada tarde. Parecían que os las traíais puestas de casa. Vuestra juventud, inocencia y espontaneidad me cautivaron desde el primer momento. Sin complejos, ni preocupaciones por el que dirán, gritabais el “somos taurinas”. Inquietas por averiguar más cosas de lo que ya sabíais, sedientas de sabiduría taurina. Preguntonas incansables de las cuestiones que envuelven la corrida, veloces en el aprendizaje, gruñonas cuando algo no os gustaba, aplaudidoras de las cosas que se hacían bien hechas en el ruedo, soñadoras de tardes de éxito. Pero, lo que más me impresionó, fueron vuestros abrazos llenos de alegría mientras ondeabais pañuelos blancos al viento para pedir el triunfo de un torero. Erais la luz de ese tendido, ¡qué emoción me daba veros!


Os confieso que, en silencio, también me emocioné cuando un poquito más allá de mí vi a un abuelo que le explicaba, con dulzura, a su nieto lo que estaba viendo, o al ver que tenía a mi lado un aficionado que con mucho trabajo conservaba su abono generacional o cuando un poco más debajo de mi fila contemplé el caso de un joven que llegaba a la plaza por primera vez en busca de esas emociones de las que tanto escuchó hablar. Si supierais de la importancia de todo esto.


¡Qué suerte tuve de que las dos me tocarais en suerte! Así, como tantos otros niños que a lo largo de mi temporada encuentro en las plazas y que tengo la oportunidad de conversar, o como tuve yo la suerte de sentarme al lado de aficionados anónimos que sin conocerme de nada me trataron de descifrar los misterios del toreo. Estoy convencida: sois el futuro de la Tauromaquia. Sois niñas que, a pesar de lo que la corriente dice, vais a una plaza de toros en busca de ese algo que no sabéis bien explicar pero que os motiva y engancha para volver de nuevo, yo le llamo veneno y créeme se extiende dentro de una y es muy difícil de sacar.


De nosotros, los aficionados, depende acrecentar vuestra afición, ayudaros a entender un poco más los momentos de la lidia, el ritual, el misterio y el arte de esta Fiesta Nacional, tan nuestra, tan única y de matices llena. Tan de verdad en un mundo lleno de mentiras y falsedad. A nosotros nos corresponde dejar nuestro granito de arena con las generaciones venideras, sí, con la vuestra y la que vengan por detrás, explicar el porqué de nuestra afición, esa que llevamos por bandera como pasión, hacer una bendita locura de la vuestra. Transmitiros los valores que este mundo atesora: el sacrificio, la entrega, el esfuerzo, el trabajo, la lucha incansable por un sueño, la solidaridad, el respeto, la admiración máxima por el que se viste de luces y se juega lo más preciado que tiene, la vida, el amor por el toro en el campo y en la plaza, la libertad.  


¿Sabéis qué? Si algún día una personita me llamara mamá no dudéis que seguiré el ejemplo de la vuestra, y de mis padres, y de mis abuelos y de tantos otros que marcaron el camino,  la llevaré sin dudarlo a una plaza de toros para que vea la verdad y la autenticidad en un único momento. Ojalá y se emocione como lo hicisteis vosotras, ojalá y se le dibuje una sonrisa tan grande como eran las vuestras. Ojalá y me diga, "mamá, mañana volvemos".


Víctor Barrio decía que “La Tauromaquia no solo hay que defenderla sino mostrarla”. Opino que las dos cosas son necesarias y confío que todos los taurinos juntos y unidos las llevaremos a cabo. Por Víctor (se lo debemos). Por vosotras. Por esos niños que anhelan sueños toreros. Por los que la emoción les desborda al gritar un olé. Por todos. Lo conseguiremos. Os lo prometo.


Eliana Abellán Sánchez (@Eliana_Abellan)



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