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OCTAVIO, DÉJAME CONTARTE...

Es el momento de escribirte. Ahora que ya todo es pasado, que todo llegó a su fin. Ahora que el frío irrumpe en un almanaque que empieza a recopilar las vivencias de sus días. Ahora que ya echo de menos la primavera que da comienzo a toda esta aventura. Ahora que todo son balances, enhorabuenas y recuerdos, tiempo de descaso y nuevos proyectos. Es el momento de escribirte. Es ahora cuando siento la necesidad de hacerlo, quizás sea una deuda pendiente, quizás sea justicia, quizás ni justificación tenga, pero, hoy que es un día cualquiera y ya ni los olés suenan, he decido abrir este blog que estaba cerrado sin traspaso para derramar mis sentimientos, esos que tantas tardes de esta temporada he derramado a tu lado.


Octavio, déjame contarte…


De ti he aprendido que a ganar se aprende perdiendo, a crecer ante las adversidades, a no fallarse a uno mismo, a seguir la senda que marcan los principios. Por ti sé que el miedo está siempre presente y que juega con las dudas, que hay que afrontarlo de frente. Durante este tiempo, me has enseñado que hay que apostar por uno mismo, aunque ni uno mismo sepa si vale la pena apostar por uno; que te caes y te levantas y que cuando intentas despegar, otra vez, te vuelven a cortar las alas y toca volver a empezar; aunque, también, en ti, he visto que a ras de suelo se camina más seguro, e incluso, que se puede llegar a volar, aunque no se tengan grandes alas. Que creer en los sueños es fundamental para tener un motivo por el que luchar, que la constancia es la base de todo éxito y que la humildad sigue siendo el valor principal. 


Octavio, déjame contarte… 


Te conocí en una tarde otoñal con sabor a despedida, y desde ese día, a tu lado, he soñado triunfos como si fuesen míos, he sufrido como una más de los tuyos, he visto como tus ojos brillaban de emoción al verme, he abrazado a la felicidad en instantes que guardaré por siempre en mí, he llorado de inmensa alegría y, otras tantas veces, he mirado a la tristeza por tardes que se empeñaban en salir al revés de lo planeado; unas de cal y otras de arena, cómo la vida. 


Octavio, déjame contarte….


Durante esta temporada, te vi pleno y satisfecho con orejas ganadas a ley entre las manos, te vi con tu cuerpo ensangrentado volver a la arena de un ruedo tan inmenso como tu grandeza, te vi salir andando contrariado. Te vi, también, echarle coraje a muchas tardes, y anteponerte a las circunstancias, sacando de tu interior una fuerza inquebrantable; aunque, déjame contarte que lo que siempre recordaré serán aquellas tardes en las que te vi  entregado, profundo y encajado; apasionado, templado y valiente, con gusto y torería lidiadora, desnudando tu verdad cada vez que ante un toro te ponías frente a frente.


Octavio, déjame contarte que del sueño que juntos soñamos no me olvido y que cuando llegue marzo, ese mes que le insisto cada día para que le meta prisa al calendario, te esperaré con la misma ilusión y pasión desbordante de este año, con las mismas ganas de afrontar retos, con sobredosis de energía positiva, con el convencimiento pleno en tu poder, con el orgullo de creer en ti, con los sentimientos a flor de piel. Sé que habrá momentos para sonreír, lágrimas de emoción para compartir, vivencias para estrenar, miles de historias por escribir y kilómetros por recorrer llenos de sueños por cumplir. Todo eso sé que llegará, no me cabe la menor duda, como todo lo bueno que te espera. No olvides que lo pasado es recuerdo y lo mejor siempre está por llegar, por vivir, por soñar.


A TI ADMIRADO TORERO, A TI QUERIDO OCTAVIO, déjame contarte todo lo que siento, déjame expresarte, desde lo más profundo de mi corazón, mi cariño, mi admiración, mi respeto y mi agradecimiento, déjame seguir soñando y sintiendo la grandeza de tu toreo. 


Tu seguidora, Eliana Abellán Sánchez (@Eliana_Abellan)


POSDATA:

Hago extensible mi agradecimiento a toda la cuadrilla, por facilitarme el vivir al máximo cada tarde, muy especialmente a Antonio Robles, Miguel Ángel Sánchez y Alberto Carrero. Gracias, también, a todas las personas que han compartido conmigo algún instante de esta temporada, a María y a Víctor Iván, que desde que le conocí me robó el corazón por completo. Y a mis padres, Paco y María Mercedes, gracias por no dejarme sola en este sueño, por apoyarlo y, con vuestra presencia, engrandecerlo, y por el amor de familia que le tenéis a nuestro torero. Vuestros momentos también forman parte de mis recuerdos. 


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