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MIS HOGUERAS 2016

A la Plaza de Toros de Alicante:



Te escribo cuando ya han pasado unos días desde el final de tus Hogueras para susurrarte, casi sin rozarte, mis emociones y sentimientos en ti vividos. Te cuento, como si caracola de mar fuera, que te vi esplendorosa, monumental y coqueta, de belleza sin igual y radiante de viveza. En tu mes de junio, a la caída de la tarde, como cada año, abriste tus puertas de par en par para acogernos en tus tendidos a miles de aficionados venidos de todos los lugares del mundo. El ambiente era espectacular.


Cada tarde, cuando el tren me dejaba en tu ciudad, tan tuya y a la vez tan mía, caminaba por sus calles hasta llegar a ti, con la ilusión más grande que en mi cabía. Recuerdo el sentarme inquieta y nerviosa en uno de tus tendidos (por cierto, todos abarrotados), y esperar que el minutero del reloj marcara las 7 en punto para que diera comienzo el paseíllo. Sabes, vibré como lo hizo tu gente con el espectáculo variado del Fandi; con qué elegancia y plasticidad caminó Cayetano por tu ruedo mientras dibujaba remates muy toreros; magistral estuvo Ponce que tras dos faenas grandes soltó a volar la paloma blanca de la paz. Como huracanes pasaron por ti los jóvenes, con López Simón primó la ligazón y quietud, con Roca Rey su valor ambicioso y seco. Y la tarde en la que los Adolfos saltaron a la arena, Paco Ureña, asentó las zapatillas para citar con el pecho por delante y realizar una de las actuaciones más firmes y serias de la feria. En el tema ganadero, a tres toros les dieron la vuelta al ruedo. ¡Qué gran feria!


Un apartado aparte merece la tarde del 24 de junio, día de San Juan. Llevaba mucho tiempo intentando ver torear al Maestro José Tomás, pero la ansiada entrada no llegaba a mis manos. Como comprenderás, la ilusión que llevaba ese día se desató, me habían hablado tanto de su toreo que hasta contarlo sin haberlo visto podía. Qué curioso, tuvo que ser en tu inmenso ruedo donde yo cumpliera mi sueño.


El quite fue un primor pero el comienzo de faena será uno de los momentos que guardaré por siempre en mi memoria y en mi corazón. En el mismo centro del ruedo, quieto, con el mentón hundido en el pecho. Estatuarios de pasión, éxtasis en los tendidos, delirio de la afición. Después de acompasadas tandas, llegaron los naturales hondos, con el  medio pecho por delante, rematados atrás de la cadera, tan puros como monumentales. ¡Tú eras una bendita locura eterna!


Tras la actuación arrolladora del Maestro de Galapagar, como cual novio celoso tuyo fuera, llegó tu Torero, y el mío, José María Manzanares, con un ajustado quite de manos bajas por chicuelinas. Luego su toreo muleteril fue largo y templado, poderoso, de mando. Los naturales, parecía que tuvieran ausencia de toques, suaves, pausados. Imagino que ya te habrán contado que venían de ser, en Madrid, glorificados. El empaque y la elegancia en su máxima expresión, conjugados con la despaciosidad del temple y el sentimiento que al torero le brota de sus adentros. Citó a la suerte de recibir y el espadazo fue de libro. Al recordarlo, sigo sintiendo el apoteosis de tus tendidos, la catarsis de pasión de una tarde que nunca caerá en el olvido.

 

Pero, querida plaza, en tu ruedo, no solo sentimos y alcanzamos la gloria, también sufrimos. La autenticidad de esta Fiesta nuestra también se dejó ver en forma de miedo cuando un torrente de sangre emanaba del cuerpo de un torero. Tras una faena profunda y de mucha calidad a un toro de Adolfo, en la suerte suprema, a Escribano la cornada certera caló en su cuerpo. El pánico en las miradas, las sonrisas desdibujadas, de nuevo tu enfermería era templo de plegarias y rezos. La cara y la cruz. Máxima admiración y respeto para esos héroes que se ponen delante del toro y se juegan la vida. Me paro en este renglón para decirte, con enorme alegría, que el Torero evoluciona favorablemente y con tu permiso, dejo escrito mi grito más fuerte #FUERZAESCRIBANO.



Este es mi resumen de todo lo vivido en ti, aunque ya me despedí de ti cuando corrí por tus pasillos para asomarme al balcón de tus andanadas para divisarte todo entera, tenía que agradecerte toda la felicidad que había sentido a tu vera. Me voy con la sensación de haberme llevado mucho más de lo que en tu tendido dejo, sé que mis sentimientos fueron derramados y mi pasión te la entregué por completo. Sigo desbordada de emoción, todavía siento en mi piel las ovaciones tributadas, noto el calor de tu sol, se me ilumina la cara al pensar como era la luz de tu cielo, cierro los ojos y diviso tu eterno y cristalino mar, escucho la "mascletá" en el centro de tu ciudad a las dos del mediodía y aunque ya ni cenizas de ellas queden, veo esas hogueras que impregnan de magia y colorido todo tu alrededor.


Plaza de toros de esta tierra mía, ten por seguro que pronto volveré a estar dentro de ti…

 

Eliana Abellán Sánchez (@Eliana_Abellan)

 

 

 

 

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