LA FIESTA ACTUAL DUELE

 

Estamos en febrero y poco a poco, con el paso de los días, se van anunciando carteles para la reciente temporada. A pesar de que el invierno no ha acabado, los ecos de todo lo acontecido en él resonaran en múltiples ocasiones durante los próximos meses. Un invierno que duele por sus múltiples polémicas, discusiones, comunicados y un sin fin de cosas que lo han marcado a fuego y es difícil olvidarlo.

Duele leer artículos taurinos que parecen escritos más bien por antitaurinos, escuchar cómo los aficionados pedimos unión cuando nosotros mismos no nos entendemos, ver cómo nos destruimos sin la necesidad de buscar excusas fuera de nuestro ámbito y sentir que la Fiesta nos la cargamos desde dentro. El panorama actual duele: al ver cómo los novilleros se estrellan ante novilladas sin opciones, como los triunfos ganados en la plaza son olvidados en los despachos, ver que cada vez son más desorbitados los pliegos de condiciones para arrendar una plaza o, por si faltaba algo, tener que aguantar a empresarios que juegan con la dignidad y el respeto de las personas que se juegan la vida en el ruedo. Duele.

Duele hacer un estudio minucioso de los carteles de las primeras ferias del año y encontrar similitudes entre ellos, con la salvedad de algunos que se salen de lo rutinario, lo demás es tan parecido que la diferencia más destacada, tal vez esté en la categoría de la plaza. Por supuesto que los carteles son de gran atractivo, puesto que se componen de la mayoría de las figuras actuales y las ganaderías en mejor momento pero eso, eso no lo es todo. ¿No se podrían mezclar las figuras con los jóvenes? ¿No podría haber mayor diversidad entre toros y toreros? ¿Es necesario que repitan tantos toreros en una feria o que durante un año en una misma plaza estén anunciados en más de tres ocasiones?

Con la crisis actual que atravesamos, quizás con este tipo de carteles nos estamos asegurando un presente pero, en cambio, le estamos cerrando las puertas al futuro. El día de mañana cuando ese ramillete de figuras ya no esté en activo, habrá un vacío en la Fiesta, no por qué no hayan toreros, sino porque la gran mayoría del público, que es quien mantiene este espectáculo, no conoce a las generaciones venideras. Y eso, eso duele.

 

No quiero perdones ni lamentaciones, no me vale añorar épocas pasadas ni alabar el sistema taurino francés porque en nuestra mano está el poder cambiar para bien: el luchar por una Fiesta digna, en no olvidar los triunfos, en no dejar perder ganaderías por no encontrar un hueco para lidiar sus reses, en buscar nuevos valores que mantenga la ilusión en el aficionado, en la variedad, en la seriedad del espectáculo. Conseguir esta Fiesta, sí se puede.

 

ELIANA ABELLÁN SÁNCHEZ (@Eliana_Abellan)