Déjame escribirte, como tantas veces quise, déjame que grite como tantas veces tú quisiste y no pudiste, déjame que hable de ti aunque muchos no quieran oírme…
Mujer, qué bonito nombre tienes, cómo fuiste y cómo eres. Eres esa patria sin bandera, mil batallas libraste por conseguir una que hoy en día todavía sigue ganándose a medias. Luchaste por la justicia e igualdad, alzando la voz de tú a tú, con la cabeza alta, a pesar de ver tantas puertas cerradas. Sigues irrompible aunque las heridas escuezan, te empeñas en poner flores donde solo nacen espinas, valiente guerrera llena de coraje, la que se le cuida, se le ama y se le respeta.
Mujer, si tú, la que no soportas que derrumben por lo que otras antes que tú se dejaron la piel, la que trabajas para alimentar platos, la de las sábanas revueltas y el mantel liso, la que huelen a limpio o está llena de sucios desatinos, la que ayuda con su mano desgastada, la que desgasta todo lo que tiene sin pedir a cambio nada. Eres la de la fuerza brutal y el llanto tragando saliva, la fuente inagotable de amor y el levantamiento en la tercera caída, la del espíritu indomable y la de las cicatrices sin cura, la del por fin el voto en una urna.
La que en su vientre lleva vida, la madre de todo hombre, la que se mira y a pesar de su arrugas se ve más bonita, la de los pechos que amamantan, la de la caricia con ternura, la que al mirarla parte el alma, la que regalar al mundo el don más preciado, la vida.
La de la ternura en el beso y la pasión en el deseo, la hembra entre las hembras, la de la eterna sonrisa. La que arregla corazones destruidos o parte en dos mitades los suspiros, la que perdona al arrepentido, la que olvida por seguir construyendo senderos y no esos muros que tanto le costó destruirlos. La de la pena y la condena, la religión de la cama, la candela del hogar, la primavera o el invierno, la compañera del intento y la amante de los sueños.
Mujer, qué nadie te ponga una mano encima, que seas dueña, sí, pero de ti misma. La libertad en ti va envuelta, en tu pelo, en tu viento, en tu vida.
Por ti y por mi, por las que se fueron dejando su huella y por las que vendrán cumpliendo promesas, por todas, déjame que brinde porque yo, también, nací mujer, con orgullo y honor, con sentimientos y propia vida.
Foto: Twitter Enrique Ponce |
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