De nuevo, un folio en blanco junto a la tristeza de una partida. Un vacío que, sin ser el primero, duele de la misma manera. El “sí” afirmativo y con tilde aparece a cada segundo por mi mente, otro subalterno más que cambia de rumbo, busca nuevos horizontes, un nuevo destino, la felicidad en otro camino. Las ilusiones mirando el futuro renacen mientras los sueños vuelan como el aire. Es la hora y el ahora. Es el momento.
De repente, todo se amontona. Desde los recuerdos a las lágrimas, desde las sonrisas por ver fotografías que no hablan pero llevan escritas palabras y dedicatorias que se quedarán, como tesoros, guardadas a la melancolía de pensar que en las filas de mi torero ya no estarás. Te acuerdas de aquel día que fui de la plaza al hotel corriendo para saludarte y a mitad de la calle te grité “entra despacito que no llego a verte” y tú respuesta, entre risas, fue de “tranquila, ven andando, que yo te espero eternamente”, o de aquél “tela cómo has estado mi picador hoy” al mismo tiempo que la pasión y el sentimiento se desbordaban por la alegría del momento y al abrazarnos ya sabíamos que la tarde había llevado consigo la recompensa de un tercio de varas sentido y bien hecho. Cuántos momentos juntos, ¿verdad?... De tardes que se torcieron, de otras que brillaron como la luz del sol, de miles de mensajes de enhorabuena por la otorgación de un premio o por una gran tarde, de otros que llevaban escritos preocupaciones por caídas del caballo, de esperas para desearte la mejor de las suertes, de despedidas con ese “en la temporada que viene, en el tendido de una plaza de sueños, te espero, en el sitio de siempre”. De abrazos tan grandes como las ciudades que viajamos, de miradas profundas como el sentimiento que abarcamos, de emociones sentidas como las lágrimas compartidas. De tanto…
Mi dedo. Uno de mis cinco. Siento como si me estiraran de él, aunque el mundo sabe que nunca lo va a arrancar de mi mano. Vuelve a doler la separación pero con el tiempo sé que tu felicidad me hará entender que todo fue para mejor. Que las etapas se cumplen, que los cambios son necesarios que se produzcan, que todo va y viene, que el mundo no se detiene.
Picador mío, qué la suerte te acompañe y la vida te sonría. Tu seguidora, que te siente, te admira y te quiere, te seguirá como hasta ahora, soñará con cada paseíllo, será tu fuerza cuando las cosas no salgan como quieres pero sobre todo, se alegrará de todo lo bueno y bonito que la vida te tenga deparado en éste, tu nuevo camino.
Vuela tan alto como desees y no olvides que eres y serás mi mayor orgullo. Desde lo más profundo de mi corazón, ¡GRACIAS por regalarme tanto!
13 años juntos tanto profesional como personalmente y ¡los que nos quedan! |
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