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Y SEVILLA SOÑÓ.


Fotografía Arjona (Sevilla, 25 de Septiembre de 2016)

 

Es la voz de dentro, la que me grita, la que se sujeta de repente y se desborda en cuestión de segundos. Cómo contar tanto vivido, cómo expresar cada latido. Del ansiado marzo que llegaba con Castellón anunciando el inicio al nostálgico septiembre con despedida en Sevilla. Una temporada que comenzó en primavera y acabó en los primeros días de un otoño cálido y radiante de luz. Queda mucho más que recuerdos pero ahora, cuando todo terminó y pasaron los días, cómo le cuento al mundo que Sevilla soñó…

La calle Iris fue un alboroto de gentío, la plaza era un clamor en sus tendidos. Tras un excelente segundo tercio al quinto toro de la tarde, sin probaturas, comenzó a fluir el toreo. El toreo del verso acompasado, del cante libre, del temple en ritmo, de la emoción del olé largo, del silencio roto por un suspiro. El toreo que fue acorde de un pasodoble, caricia de una muleta al natural tan natural, sentimiento de dentro, pasión desde las muñecas al corazón. Fue pureza y credo, elegancia, armonía y empaque en movimiento. Fue cuerpo relajado, abandonado, extasiado, entregado, profundo y bello. ¡Qué torería de remates! ¡Qué largos fueron los pases de pecho! Citó recibiendo provocando un delirio de pañuelos blancos. ¡Qué importan los trofeos después de haber sentido tan profundo el toreo en el Coso baratillero!

A la salida de la plaza, la calle Iris de nuevo estaba abarrotada de gente. Pensé que mis intentos por verlo quedarían en vano, que no habría un último momento, que mi despedida se quedaría en los recuerdos vividos dentro. Vino rodeado de policías entre gritos de aficionados que querían tocarlo, cámaras por todos lados, muchos estaban nerviosos por esperarlo. Una vez en el interior de la furgoneta, alargué mi brazo. Nos miramos sin decir palabra, sé que simbólicamente nos abrazamos. Él decidió darme un beso en la mano. Gesto que se quedó grabado como el epílogo final a una temporada especial. Una más para sumar.

Después, anocheciendo, al pasar por la Puerta del Príncipe y sentarme a solas a contemplarla, fue la voz de dentro, la misma que en esa tarde había salido afuera embargada por la emoción, la que me volvió a susurrar. Me dijo que en el ruedo  todavía había un cambio de manos que quiso quedarse allí eternamente para que Sevilla siguiera, durante el invierno, soñando y,  a su torero, recordando. Yo cierro los ojos y, también, lo hago…



P.D. Quiero agradecer a todas aquellas personas que han compartido un momento de esta maravillosa temporada manzanarista conmigo. A los que me abrazaron, a los que ayudé por verlo, a los que me dedicaron su sonrisa y posteriormente esa felicidad que da el estar un ratito a su lado, a los que junto a mi secaron lágrimas, a los que volvieron a creer tras el triunfo de Madrid, a los que por primera vez me conocieron, a los que no les pude dedicar su merecido tiempo, a los soñadores incansables de un arte único y sinigual. A todos, gracias. Me quedo con vuestros momentos que ya forman parte de mis recuerdos.


Eliana Abellán Sánchez (@Eliana_Abellan)





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