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DIÁLOGO ENTRE MIRADAS.



Fotografía: Joserra Lozano



Como siempre aguardaba con nervios el ansiado momento. Parada en la puerta de la capilla, pensaba como regresar al pasado, a aquella despedida que me había marcado tanto en el mes de septiembre, para seguir viviendo el presente como una continuación sin la existencia del paréntesis invernal. Habían pasado seis largos meses de la última vez y la espera esperaba dejar de serlo de un instante a otro para convertirse en realidad. Parecía que mi reloj estuviera estancado en unos minutos que pasaban más lentos de lo esperado, el puntero bailaba con su tic-tac característico al compás de los latidos del corazón, que consiguieron coger el ritmo de aquel melodioso sonido.

 

A mis espaldas la multitud me arropaba entre murmullos de ilusiones; yo, en cambio, seguía inquieta moviendo las piernas temblorosamente en un mundo ajeno al que me rodeaba. Alcé la vista y divisé policías, vi cámaras de mano y de televisión, escuché vítores y aplausos. Y de pronto, sin avisar, un espacio se hizo entre todo aquello.

 

Nuestras miradas se cruzaron y en los labios unas sonrisas dibujaron.  Reaccionamos a la vez con un abrazo espontáneo. Y fue ahí, en ese preciso instante, donde comenzó el diálogo. Un diálogo entre miradas mudas, suspiros que hablaban sin necesidad de ser pronunciados, versos que se escribían al aire, sentimientos que se escapan sin poder ser alcanzados por nadie. Me sentía tan pequeña que la felicidad era capaz de recorrer mi cuerpo de arriba a abajo, ¡tanto tiempo había soñado ese momento que me emociono hasta al recordarlo!

 

Horas más tarde, el mismo momento se repetía pero en diferentes circunstancias. Estaba parada en la puerta de su furgoneta cuando llegó en volandas. Por mucho que alargaba mi brazo, me fue imposible tocarlo aunque si con la mirada pude alcanzarlo. De nuevo, eran los ojos los que nos unían con una mirada que hacía de puente entre dos almas, que se decía todo y a la vez nada. La complicidad, el cariño y la admiración se mezclaban con la alegría del triunfo logrado, la raíz de todo aquello estaba en el corazón que palpitaba rápido y desmesurado. Y, sin saber cómo ni cuándo, se fue yendo mientras yo estaba saboreando el momento. Parada y despistada trataba de volver al mundo que a mi alrededor giraba. Creía escuchar y ver aunque seguía perdida en esa mirada.

 

Por mucho que me esfuerce y trate de contar lo que sentí no creo que pueda expresar lo que realmente fue, porque cuando las miradas se encuentran en el silencio por un momento, se dicen más que mil palabras por mucho tiempo.

 

 

 ELIANA ABELLÁN SÁNCHEZ (@Eliana_Abellan)

 

Comentarios

  1. Dicen q las comparaciones son odiosas, pero es inevitable hacerla cuando leo este blog: Morante para el tiempo con sus 'medias' y tú...derramando sentimientos. Gracias por abrir tu corazón!!

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  2. Gracias siempre a ti por tus comentarios y tu amistad. un beso enorme.

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