“De momento, sigo levantándome por las mañanas, miro para arriba y digo, ¡gracias Jefe, un día más! Y así seguiré hasta el final” - Francisco Cano. Y el final llegó. Llegó en temporada, cuando las plazas de toros están en su máximo esplendor de ferias, de corridas, de aficionados que vienen y van, de tantos soñadores kilométricos que en las carreteras de esta España de piel de toro sueñan miles de faenas por presenciar. Llegó el final, bien vivido desde el comienzo, a su manera pero con una especial filosofía de vida que ya quisiéramos muchos para nosotros. A Cano le llamó "El Jefe" a sus 103 años y, con él, se fue la historia viva de la Tauromaquia, se convirtió en la leyenda inmortal, ya nada será igual. Cuando el portón de cuadrillas se abra y los toreros pisen el ruedo, ¡quién no le va a recordar! Con su cámara al cuello, su gorrilla blanca escrita con tinta sagrada, su paso ágil pero acompasado y templado, tan torero en andares como en pensamientos. Ay,