Esta mañana, deambulaba sola por calles s in rumbo, en mi mundo. Perdida en un mar de pensamientos, revoloteando recuerdos. ¡Qué sería de mi sin esos momentos!... Cuando me di cuenta, mi camino me había llevado a un callejón sin salida. Al final del mismo, un cine viejo anunciaba películas antiguas. Justo al lado una pequeña tienda me llamó la atención. -¿Por qué no entrar?- pensé. Al acceder a su interior, mi vista comenzó a mirar estanterías de arriba abajo, había libros por todos lados. Libros de antaño, de esos que se envuelven en el color de la sabiduría, hojas escritas por autores relevantes; otras, el anonimato era la firma que venía debajo del título. En ese espacio tan pequeño había tantas historias, que me era difícil hojearlas todas. Pregunté al dependiente, un hombre mayor, lleno de canas, con cara de cansancio por el paso de los años: -¿Tendría usted algo taurino?- Mi inquietud era visible, tenía curiosidad por si entre todas esas paredes había algo rel