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Mostrando entradas de abril, 2014

SENTIRSE COSTALERO.

Imagen extraída de Internet Enmudeció la garganta saetera al cerrarse el balcón donde nacía la voz y hasta las aves volaban tristes, sin saber que dulce melodía cantar. La Semana Santa acabó, como acaban los sueños al despertar aunque durante estos días despertar era sinónimo de sueño. Cómo voy a extrañar ese ruido de las zapatillas de los costaleros, los suspiros que dentro de sus pasos se escuchaban hondos, las “levantás” que tocaban el cielo, el olor a incienso perfumando la primavera, las hermandades haciendo su estación de penitencia.   Te puedo contar que me sumergí en un barrio, sencillo pero muy sentido, de valientes costaleros, de tronos con la emoción unida a sus varales, de balcones engalanados con flores y de un sentimiento contagioso que cada año hace que esté de nuevo allí para volver soñarlo.     Miré a la Madre de Dios, con sus andares de Reina, para que mis ojos perdidos en su mirada, iluminada por la cancelería, fueran encontrados.