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Mostrando entradas de agosto, 2015

LLORA, TORERO, LLORA.

  Creer en uno mismo. Mirar hacia delante después de la caída. Volver a creer. Seguir. Caer de nuevo. Puertas cerradas. Triunfos huecos. Sin trasfondo. Sin contratos. Parecían vacíos. Creer en uno mismo. El principal motivo.   Pero llegó agosto. Y Bilbao con su arena gris, vino a su encuentro. Dos toros. Dos faenas. Un sueño. “Favorito” llevaba por nombre. Alcurrucén era su hierro. La humillación y la clase por condición. El ritmo en la embestida, el temple y el son. Y delante, Diego Urdiales, un Torero, con la T en mayúsculas, con anhelos, con un recital de toreo. Susurrado como un bolero, descrito con el temple que se lee un poema, con la delicadeza de lo bueno, lo sublime, la caricia de la naturalidad, el aroma y el gusto de la torería, la cadencia en el muletazo, el compás torero. Pureza de instantes, esencia de toreo, remates en movimiento, tauromaquia añeja, rememorando el blanco y negro. El color de lo bonito, la emoción de lo verdadero, erizado el cuerpo, empaque,